Emilio Lugo
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En la sesión del pasado 10 de setiembre, 54 diputados se ratificaron en las modificaciones que pretenden imponer a la Ley de Cooperativas 438/94. Dichos parlamentarios aprobaron cambios que atentan contra más de 85 años de historia de las cooperativas en Paraguay, las que diariamente contribuyen al desarrollo económico, social y cultural mediante el esfuerzo y los recursos propios de alrededor de Un millón quinientos mil socios.
El punto no figuraba en el Orden del día. Alguien, cuyo nombre ni vale la pena recordar, propuso tratar sobre tablas, es decir de inmediato el tema referido a nuestra legislación. De qué tenían temor estos señores para no poner a consideración, públicamente y debatir de manera abierta, sincera, y transparente un proyecto de tanta trascendencia para el futuro económico y social de nuestro país.
Dicen que recibieron una orden superior del presidente Horacio Cartes y seguramente así fue ya que rápidamente se precipitaron para cumplirla.
Habló el diputado Clemente Barrios, uno de los más fríos detractores del cooperativismo para expresar sus opiniones descalificadoras y condenatorias sobre nuestro sector. Unos que otros le secundaron, sin convicción, casi obligatoriamente. Los demás esperaban ansiosos el momento de apretar el botón y apoyar. Eso fue todo. No sabemos si festejaron o aplaudieron, posteriormente, este hecho bochornoso para la historia del Parlamento paraguayo. Volvieron a aprobar lo que resolvieron el 13 de mayo de este año. Incluir en el artículo 51º, la utilización del sistema de listas sábanas para la elección de autoridades en las cooperativas, un método antidemocrático, rechazado por la ciudadanía. Y en el artículo 113º la aplicación del 10 % del IVA sobre los créditos de los asociados.
De ese modo eliminaron la exención tributaria que tenía el acto cooperativo que siempre fue respetado por todos los gobiernos, incluyendo la larga dictadura del general Stroessner. Una medida que en nada honra a los diputados que tomaron la decisión y que pasa a formar parte de la historia de la infamia, al decir de Jorge Luis Borges. Por qué ese tratamiento medio oculto, a las apuradas para imponer medidas cuyas consecuencias producirán tantos perjuicios a un modelo de desarrollo apoyado en la confianza, credibilidad e ideales solidarios. Un sistema organizativo que favorece a la formalización e inclusión económica y financiera, colabora para el logro de mayores niveles de equidad e igualdad social, le dan prestigio y progreso al Paraguay profundo y no le cuesta ni un guaraní al Estado.
No tuvieron coraje. Y cuando los llamados representantes de la ciudadanía ni siquiera tienen la mínima libertad o el valor de tomar sus propias decisiones, en base a criterios y análisis personal, a conciencia, significa que estamos llegando al límite. Significa que se está perdiendo la dignidad y la vergüenza. Y como decía un verso del poema argentino Martín Fierro, Cuando la vergüenza se pierde, jamás se vuelve a encontrar. Apreciamos con respeto la actitud asumida por diputados como las señoras Olga Ferreira, Rocío Casco y los señores Víctor Ríos y Celso Kennedy, quienes señalaron claramente la naturaleza diferente del modelo cooperativo, como entidad solidaria con fines sociales y pidieron que se cumpla el mandato constitucional, en el artículo 113º que exige al Estado fomentar el cooperativismo y otras formas asociativas de producción de bienes y servicios basados en la solidaridad y la rentabilidad social a los cuales garantizará su autonomía y libre organización. Y justamente la exención tributaria es una forma concreta de fomentar, de promover a las cooperativas.
Nos preguntamos, qué saben estos señores del acto de fundar una cooperativa sumando pequeños aportes y ahorros que son sueños y esperanzas de una vida más decente. Qué saben del esfuerzo familiar para juntar cada guaraní sudoroso, producto, muchas veces, de sacrificios y privaciones para cumplir con las obligaciones societarias. No hay respuestas.
Nos imaginamos que varios de los diputados participaron en algunas de las jornadas nacionales donde el papa Francisco destacaba de manera serena y elocuente la lógica del trabajo solidario y llamaba a aprender la fraternidad con los demás. Convocaba a construir una economía solidaria, revalorizando el espíritu de servicio, frente a la cultura del descarte, que excluye y desprecia a los más pobres. Reivindicaba, así, la economía de rostro humano. Y casi en la misma perspectiva, el Presidente de la República manifestaba que su programa de gobierno tiene dos ejes centrales, como principios orientadores de su política social.
La gente en primer lugar y la lucha contra la pobreza que fueron valorados y alentados por el Sumo Pontífice. Y extrañamente las medidas adoptadas por los Diputados contradicen estas expresiones del señor Cartes, ya que las cooperativas constituyen la mejor herramienta para combatir la pobreza, a través de la organización asociativa y autogestionaria, la ayuda mutua, la integración, las alianzas estratégicas con otros sectores y el compromiso con la comunidad. En uno de sus famosos discursos, el primer ministro inglés Winston Churchill exclamaba, refiriéndose a la heroica defensa de Inglaterra contra los bombardeos alemanes, durante la Segunda Guerra Mundial.
Nunca tan pocos han hecho tanto por tanta gente. En relación a estos 54 diputados podemos afirmar lo contrario, recurriendo a aquella famosa frase: Nunca tan pocos, dañaron tanto a tantas personas.
Con seguridad en unos años vendrán otros parlamentarios que reivindicarán a las cooperativas. Los actuales pasarán al olvido, pero el trabajo cooperativo seguirá siempre. Nosotros, sin embargo, recordaremos los nombres de estos señores, los escribiremos en cada rincón de nuestras cooperativas. Quedarán como parte de una historia despreciable, incompatible con la dignidad que debe regir la conducta de los servidores públicos. Los cooperativistas tenemos una memoria tan inmensa como el tiempo.