El escenario pandémico obligó a las instituciones a reestructurar sus pilares, entender las necesidades de sus socios y analizar las complicaciones para enfrentar la situación.
Las cooperativas son un claro de ejemplo de lo que implica la cultura de la planificación. Entender la importancia de esta herramienta permite que las organizaciones se conviertan en un pilar de apoyo para los socios, sus comunidades y obtengan buenos resultados. La ausencia de este proceso tiene consecuencias gravísimas en el momento de lograr objetivos.
Existen cooperativas que ya realizaron sus asambleas y recibieron aprobación en el plan anual estratégico. Los gastos, las actividades a ser realizadas, los eventos sociales, las promociones, las proyecciones en cartera de crédito y ahorro son los puntos que se registran en ese punto de la memoria y balance.
Estos aspectos fueron totalmente alterados, luego del ingreso del covid-19 al país. Por este motivo, los directivos, en conjunto con los funcionarios, establecieron un nuevo orden para cumplir con la membresía, sin descuidar las necesidades institucionales.
Este giro estructural es posible gracias al manejo del concepto de planificar que se tiene de forma interna. La cultura de la planificación incide en la toma de decisiones en todos los campos, incluso en las políticas y del Estado.
Desde el momento en que no se manejan las decisiones exactas y necesarias, en encaminan mal proyectos u obras que afectan.
Este déficit trae consigo problemas socioeconómicos invaluables. Es decir, el hecho de no reconocer y aplicar este proceso, pudo haber puesto en riesgo la salud financiera. Es más, no solo en término de recursos, sino que también en las oportunidades.
Importancia del concepto
La falta de conciencia se ve en las organizaciones, en relación a este tema, y en los mismos ciudadanos, afecta a nivel micro y macro.
Se debe tener muy en cuenta que las cooperativas planifican su crecimiento, tienen un grado superior de importancia en este sentido. El cooperativismo es un modelo de planificación y debe convertirse en un agente de contagio para todos los sectores.
Educación y formación
El movimiento solidario entiende que necesita a educación para sostener la planificación del crecimiento. Lo positivo de este sector es que sus instituciones la formación es una realidad, porque la cultura cooperativista hoy se entiende y se busca desde la educación.