Sin importar el rubro elegido, cada vez son más las mujeres socias de cooperativas que se animan a salir de la caja para dedicarse a actividades económicas independientes. Por medio del cooperativismo se relatan muchas historias de éxito y superación.
Detrás de cada crédito aprobado, existen sueños y proyectos por alcanzar. Al hablar de emprendedurismo, es el género femenino el que lleva la posta de este segmento que contribuye, en gran medida, a la reactivación económica.
La Cooperativa Medalla Milagrosa apoya la creación de negocios y empresas donde ellos son el puente y proporcionan las herramientas necesarias para tal propósito, todo a través de la educación financiera, el acceso a créditos, redes de contactos y programas de ayuda a emprendedores.

Viviana Benítez es socia desde hace nueve años, pero recién hace un mes se lanzó a la independencia con la creación de su propio vivero. La idea nace luego de culminar su carrera y renunciar a su empleo en la búsqueda de nuevas oportunidades profesionales de forma independiente. En lo que construye su camino, en paralelo decidió enfocar parte de su tiempo en un pasatiempo que terminó por convertirse en una idea de negocio: La venta de plantas ornamentales.
Feriar en la agencia San Lorenzo fue su primera experiencia y contó que todo el tiempo se sintió acompañada, tanto por miembros de la entidad como así también por los demás socios, que compartieron con ella consejos y tips.
“Creo que las cooperativas tienen una misión demasiado importante que va más allá del dinero. Nos dan oportunidades para aventurarnos y depositan su confianza en que nosotros tomaremos con responsabilidad el compromiso de cumplir con ellos”, indicó.
A su vez, Viviana también aprovechó los créditos de Medalla Milagrosa en otros proyectos como la remodelación de su vivienda y la compra de un vehículo. “Agradezco a la cooperativa por la confianza y por permitirme mejorar mi vida por medio de ellos”, dijo.

En tanto, motivada por la convicción de ayudar a los demás, la socia Carmen Cabrera, con más de 20 años de antigüedad, se dedica a la venta de ropas de segunda mano. Considera que por medio de la cooperativa puede llegar a personas que necesitan vestimentas, pero que no tienen el dinero suficiente para comprar. “Decidí formar parte de estas ferias y entregar un granito de arena a la comunidad, ya que el cooperativismo se basa en la solidaridad y la ayuda mutua, valores que profeso y vivo en mi día a día sin dejar de lado que por medio de esto logro generar ingresos extras para mi hogar”, dijo.
