jueves, abril 18, 2024

Exportamos héroes, ¡así es!

 
POR ANA ANTÚNEZ
 
 
Que mucho –y con gran acierto– le criticó una parte de la ciudadanía al presidente de la República, Horacio Cartes, por su “tropezón mental” más reciente. Al tratar de congraciarse con gobernantes y monarcas de España dijo: “Paraguay exporta pobreza”. Se refería así a la oleada de migrantes paraguayos que viajaron a ese país europeo buscando un trabajo más digno, aquel que no hallaron en nuestras tierras.
Y con justa razón, reitero, se desató un torbellino de reprobación que desencadenó en una marcha frente al Consulado de Paraguay organizada por compatriotas residentes en la ciudad de Málaga.
 
Y solo unos días pasaron para que esa frase volviera a retumbar en mi memoria, pero para confirmar lo equivocado que estaba Cartes. Porque lo que realmente exportamos son héroes y heroínas que a diario demuestran por qué ser paraguayos y paraguayas es una bendición y una condición especial que nos diferencia al resto de las nacionalidades, que migraron a España. Pues según dicen, somos más
cordiales, serviciales e infinitamente más agradecidos con quienes nos da una mano.
 
La historia del compatriota Hugo Daniel López, quien fue condecorado por el rey de España, Felipe VI, por haber salvado la vida de un anciano español durante un feroz siniestro, me llena de orgullo.
 
Trifón Abad, un anciano de 94 años que estaba bajo su cuidado, pudo salir con vida de aquel incendio que se registró inesperadamente tras la explosión de una chimenea, el 25 de diciembre del año pasado, en Murcia.
 
Tras padecer quemaduras en un 65% grado del cuerpo, cinco meses internado, de los cuales 30 días fue en la Unidad de Terapia Intensiva, Hugo Daniel pudo recuperarse no sin antes someterse a varias cirugías e injertos de piel.Oyéndole al compatriota en comunicación por Radio Monumental, me confirmó por qué es todo un héroe.
 
Más que alegrarse por la condecoración real, el compatriota lamentó que el anciano que durante 5 años fue su compañero de largas jornadas, falleciera a principios de mayo, en una muerte que culpó única y exclusivamente a la tristeza. Según dijo Hugo, su amigo lloraba todos los días parasalir del asilo donde lo tenían y pedía volver a ver a “su héroe” y regresar a su casa, de donde las llamas lo sacaron violentamente aquella Navidad.
Historias como estas no son esporádicas. Hay tantos pero tantos héroes que a diario salen a trabajar, en las calles de España, lejos de su tierra, pero con una dignidad a prueba de fuego.

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