sábado, abril 20, 2024

Promover la calidad económica social y ética

Decíamos anteriormente que desde la fundación de la primera cooperativa en Rhosdhale, Inglaterra 1844, hasta nuestros días, el cooperativismo ha tenido un protagonismo fundamental en la historia del desarrollo económico y social de los pueblos. El camino recorrido, las experiencias implementadas a nivel mundial no fueron fáciles. No han sido avances en línea recta ya que en las diversas épocas, como en la actualidad, el trabajo solidario y la cooperación han producido, muchas veces,  reacciones hostiles, rechazos, burlas y desprecios, especialmente desde ciertos sectores  con poder económico, financiero o político que ven en el sistema cooperativo una amenaza a sus privilegios y posición dominante en el mundo. En muchos casos, estos grupos no quieren o no pueden aceptar que tengan éxito las iniciativas sociales, los emprendimientos colectivos. Que la gente forme su propia empresa o lleve adelante proyectos  basados en un modelo de desarrollo y de autogestión, es decir, con esfuerzo y recursos propios, donde el soporte principal es el trabajo, la organización asociativa, la actividad solidaria. Que personas sencillas o humildes sean capaces de crear, administrar y controlar sus propias  instituciones, gestionar colectivamente servicios que les ayude a mejorar su calidad de vida
La democracia de nuestro tiempo, con sus luces y sombras, pero imprescindible para el logro de nuestras aspiraciones humanas, se enfrenta con grandes desafíos,  como la inequidad que se traduce en una creciente inseguridad y violencia. Es el espejo de una sociedad donde impera un modelo de desarrollo basado en relaciones de desigualdad en la que el capital, el poder ilimitado del dinero se impone a las personas dentro de la lógica comercial del costo-beneficio a corto plazo, sin importar las consecuencias sobre los recursos naturales y la vida. En esta circunstancia surge el paradigma de la economía social cooperativa, donde lo fundamental es la voluntad de trabajar juntos, de promover servicios financieros, económicos y sociales éticos, de armonizar procesos de gestión empresarial con valores humanos. Donde mujeres y hombres asociados participan conscientemente y no con el criterio del simple cliente en las decisiones y beneficios de su propia organización. 
La contribución de las cooperativas en la formación de una nueva cultura económica, solidaria y democrática es inmensa. No solamente brindan servicios diversos, también, entre otras cosas, posibilitan reinvertir los excedentes en salud, educación, capacitación y en otras áreas establecidas por los socios. Además, ayudan a formar una mayor conciencia de participación ciudadana, y fortalecen la cohesión, es decir la integración social mediante la educación y la cooperación entre cooperativas.

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