Emprender es un estilo de vida que requiere sacrificios, renunciamientos y mucha voluntad. Esa es la opinión de Lorena (nombre irreal), que está al frente de una tienda de ropas, luego de varios cambios de rubros. Cuenta que tuvo emprendimientos en gastronomía, venta de bebidas, helados, luego calzados deportivos y, desde hace 8 años, en prendas de vestir.
“Confieso que al principio me faltó convicción, sobre todo en qué exactamente emprender. Me gustaba la cocina, por eso comencé con un copetín, luego pasé a una bodega, en ambos casos no pude sostener mi capital y me quedé con una heladería que requería una menor inversión”, contó la señora.
Indicó que pasó momentos muy difíciles, porque era madre soltera de dos niños que no tenía a quien dejar en caso de tomar un empleo. “No podía comprometerme a ningún trabajo por mis hijos, entonces tenía que arreglarme sola. En los negocios que tenía podía tenerlos conmigo, pero cuando uno se dedica a la gastronomía tampoco le queda tiempo y eso fue otro de los motivos también para buscar otro rubro”, manifestó.
Para arrancar como emprendedora le ayudaron sus padres que le dieron el capital inicial, pero cuando fue cambiando sus proyectos ya lo tuvo que hacer sola. Y cuenta que en esa época hasta recurrió a los prestamistas particulares, porque era informal y no podía ofrecer garantías. Ni siquiera a su cooperativa intentaba solicitar créditos.
“Lastimosamente en nuestro país, un emprendedor tiene muy pocas opciones de financiación, son muy rigurosos los requisitos y por eso cuesta mucho desarrollarse. Yo, quizás por la necesidad que tenía, con empeño y postergaciones, salí adelante. La venta de ropas y championes comencé en ferias y ya estoy cerca de cumplir 10 años con mi tienda, que a estas alturas ya tiene clientela formada. Con voluntad, todo se puede”, fue su mensaje a todos los soñadores.